miércoles, 4 de abril de 2018

Cáceres en primavera: día 3, por la Garganta de los Infiernos y Jarandilla de la Vera. 26 de marzo de 2018



DESDE LA IGNORANCIA:

Aguas arriba con la mirada en blanco

Dirigirse a los infiernos en Semana Santa puede formar parte del guión de caminantes no intrépidos que aseguran antes dónde ponen el pie, no vaya a ser que la condena más grave sea una caída con secuelas inadecuadas para estas edades: podría convertirse en un infierno en vida o la vida en un infierno, pero todo se supera. Los pares de bastones dan un buen rodaje para posteriores situaciones vitales, donde quizá deberemos echar mano de objetos diversos para poder movernos. El personal fue conducido a una zona con buenos baños, vistas panorámicas, zonas para equilibristas avezados y sendas entorpecidas por aguas diversas, con puentes que te obligan a replegar las costillas con curiosos quiebros.

Centro
Creencias aparte, el recorrido se inició en el Centro de Interpretación de la Garganta de los Infiernos, lugar con alta densidad humana y más motora: de entrada, zona de aparcamiento de autocaravanas, con inquilinos que estiraban piernas y perros, y husmeaban qué aspecto tenía un paisaje que se estrenaba con el día recién amanecido. Riada humana hacia donde te interpretan lo que ves y no ves, con vehículos todoterreno preparados para acercarte a eso que has de interpretar. Y una fuente que demostró lo imposible: no echar agua en una zona donde es más fácil lo contrario. Puede que las sinergias con  el bar de enfrente  tuvieran algo que ver.
Quien dirigía dio el parte al Centro con el número de personas humanas que llevaba en la expedición. A cambio, tres mapas explicativos y un cúmulo de consejos que son habituales en muchos lugares: las frases comienzan con “NO” o con prohibiciones diversas. Con lo fácil que sería cautivar al público con un lenguaje cercano, amable y positivo, incluso explicando qué puede hacer y con qué disfrutar. Más agradecido que impositivo. Una frase curiosa y con buenas intenciones, extraída de tanta normativa oficial: “tocar, oler y observar es mejor que arrancar”. Como se deduce, está sacada del contexto natural.

Movimiento
La subida por la senda se resolvió de manera ordenada, hasta llegar a enclaves más vistosos y turísticos. El camino comenzó a anunciar que aguas arriba la vista te sorprendería. En medio hubo las oportunas fotos de parejas, en solitario, con un puro en la mano y siempre con la amplitud de un paisaje que aún es más amplio por la desnudez de árboles sin hojas.
Los Pilones se ven ahora con profusión de agua que golpea en la pendiente. Y las llamadas “Marmitas de Gigante”, un lujo gratuito. En verano se disfrutan de otra manera, con el baño, los puentes como si fueran trampolines, la bajada acuática y el chapoteo constante. Regalos de la vertiente noroeste de la Sierra de Tormantos, la vertiente sureste de la Sierra de Gredos y el río Jerte. Todo aquel gran bloque granítico originado hace entre 350 y 200 millones de años, con los granitos y gneis como protagonistas a nuestros pies.

Puentes
No se les aprecia en su magnitud hasta que no están porque no son o porque el agua se los ha llevado. Para caminantes que avanzan con diligencia, su ausencia les obliga a decantarse por el rodeo más largo en lugar de la corta línea recta. Cuando todo parecía que encajaba, la naturaleza te obliga a pensar que la inversión en esfuerzo será considerable si quieres alcanzar la senda que tienes enfrente. Mientras, alguien quería entender los interiores del  GPS que llevaba en la mano. Había adquirido el compromiso de grabar la ruta para publicarla en la web oficial. Ante cierta dificultad estalló con una máxima de frontispicio de templo griego: “A mí no me digas más que ¡arre! y ¡so! en el GPS. Todo lo demás es complicarme la vida”.

Saltos
Avanzar en medio de tanta agua primaveral suponía todo un reto para zapadores y husmeadores en vanguardia. Asomaban la nariz y solo veían dificultades para “dar el salto” (al otro lado, se entiende). Los cuerpos con los años no están para riesgos e inseguridades. Alguien repitió su máxima más favorita a medida que celebra cada aniversario: “¡Cómo se ponen los cuerpos con los años!”.
 Solo hubo un avezado caminante que lo intentó y lo consiguió. Pasó al otro lado pero tuvo que convivir con su soledad y buen sentido de la orientación hasta el punto final. Admirable el reto conseguido: “No he discutido con nadie porque no he visto a nadie”, resumía la hazaña, con técnicas de orientación muy acertadas, como las fotos del reconocimiento, ir unos pasos adelante y otros atrás, descifrar marcas no demasiado orientativas, ir hacia arriba y volver para reorientarse.
El resto tuvo que ascender sin parar, rodear, perderse en una fila interminable, franquear cascadas y puentes hasta llegar al mismo sitio del salto pero por el otro lado. Como se ve, el camino más corto entre dos puntos que no puedes saltar se denomina Rodeo.

Blancos
Un día claro, sudoroso, con amplias perspectivas por encima de uno de los valles que acaban en el del Jerte. La idea era dejarse nublar la vista por el blanco de las flores de los cerezos, No obstante,  la naturaleza es  sabia y sigue un ritmo concreto. La mirada se fijó en el blanco de la nieve de las alturas, o en los piornos, robles, jaras, alisos, sauces, fresnos, tejos, acebos, abedules. Y, sobre todo, en dónde pones el pie y en quién va delante para no perderte.
División de grupos y seguimiento de una parte para caminar por una parte del recorrido de Carlos I de España y  V del Sacro Imperio Romano Germánico hacia el monasterio de Yuste. Por cierto, ¿por qué eligió Yuste para retirarse y morir? Allí, al final,  también a algunos se les pusieron los ojos en blanco por otros motivos y celebraciones no previstas.

Subidas
El ascenso por donde llevaron al emperador era tortuoso, serpenteante y deteriorado  por el agua de la lluvia. Imaginábamos sus huesos trajinados en un dispositivo con escasas suspensiones y menos amortiguación, después de los 5 meses de viaje desde Laredo, una vez abdicara. ¿Qué no vieron quienes no vinieron? Los letreros con la denominación “Ruta de Carlos V” han sufrido modificaciones en la primera letra: una P por una R,  Paso Malo, Fuente del Beato, collado de las Yeguas (la altura máxima de la senda: 1475 metros), Garganta del Hornillo, Escalerones, fuente Peñalozana, fuente de los Alisillos, collado de la Encinilla, fuente de Robledo Hermoso, vistas panorámicas a donde miraras, nieves en los altos, la comarca de la Vera al fondo, bosques,

Disgregación
Si éramos pocos, divisiones y subdivisiones. Como siempre.
La cercanía al final de la etapa, Jarandilla de la Vera, provocó un corte en el grupo y la escapada de dos caminantes sin mirar atrás. Significó llegar a los 585 metros sobre el nivel del mar y tanta agua vista debía dar paso a otros elementos.
En un momento dado alguien dice a alguien: “Para una vez que aciertas el camino…” Ufano que se puso el aludido. Pero inmediatamente, confusión. Del acierto se pasó al error. Las 4 personas que quedaban en aquel corte se tuvieron que diseminar por un ancho campo buscando la ruta. Nos salvaron las rayas blancas y rojas, como pasa  desde hace 22 años. Testigo: un enorme pino que levantó acta del evento.

31 con 30
¿Dónde estaban los dos escapados? Con los labios en blanco, llenos de espuma de las jarras de cerveza a las que estaban enganchados. El resto , después de la foto de rigor, también fue a abrevar al mismo sitio. Y ahí recibimos la agradable sorpresa (con invitación a las bebidas) de que el matrimonio acompañante aquel día cumplía 30 años de casados. Gran evento en una jornada en la que, según el GPS ya citado y bien usado por una mente despierta, marcaba 31 km en total. Y gran felicitación a la pareja e hija por la gran hazaña (de resistencia activa y pasiva, se supone) en un día que les recordó los años de convivencia.
Al final la preocupación de todo el camino se convirtió en alegría. El saltarín llanero solitario demostró sentido de la orientación, sensatez y recursos. Un gran reconocimiento para él, aunque también las mentes más irónicas y socarronas  de GRMANIA le leyeron el manual adecuado a estos casos.
En el camino de vuelta a Plasencia hubo tiempo de pensar también en el tiempo. Y qué mejor que acudir al maestro Borges:
El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego”, 

Evaristo
Terrassa, 4 de abril de 2018

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