martes, 21 de agosto de 2007

Etapa del GR92, entre Montcada y Santa Creu d’Olorda

Collserola: al fondo, coches; al lado, pájaros y bicicletas


GRmanos y GRmanas,

“No daba un duro por esta etapa”, he ahí una frase dicha en voz alta por una notable GRmana y pensada por más personas. Estábamnos ahí al lado, rodeados por un gentío impresionante, por innumerables edificios y casi casi el “som sis milions” estaban todos allí abajo: en los dos Vallès, Barcelonés, Maresme, Baix Llobregat, Bages, Anoia, etc. Mucho mundo se veía desde este recorrido.
Tal frase fue oída en medio de un frondoso bosque, con flores a ambos lados del camino, robles centenarios, helechos y mucha vegetación. Una postal que, descontextualizada, podría pertenecer a zonas húmedas de sitios situados a mucha distancia. Pero no. Todo estaba allí, soportando humildemente una soledad bien acompañada de bicicletas. Muchas bicicletas que se convertían en un susto cuando aparecían en cualquier curva. Pero sin problemas de convivencia.

En medio del cemento

Allí en medio, debajo de una de tantas autopistas como cuartean Montcada, descargó el autocar a una diezmada tropa de caminantes. 40 plazas para 26 senderistas que anduvieron 25 kilómetros, desde las 7 de la mañana hasta las 13 horas. Sí, historia pura en GRMANIA: la primera etapa que, saliendo en autocar de Terrassa, se empieza a esta temprana hora. Por hitos para nuestro particular libro Guiness que no quede. Más adelante, más récords.
Si de referencias peculiares se trata, más hubo. Por ejemplo, ¿a quién se le ocurre hacerse un chequeo de las ancas andarinas después de la anterior etapa de 29 km? Pues alguien fue a los típicos y profesionales toqueteos y resonancias médicas del tobillo. Y allí salieron los efectos colaterales de los huesos puestos a prueba previamente. Los resultados fueron disparatados. Pero vino a la etapa. Igual que otra GRmana, que acudió rauda y veloz aunque tarde a la cita. Estaba justificada su impuntualidad: tuvo que visitar al Sr. Roca varias veces antes de salir y en su mochila parecían figurar varios rollos higiénicos. O aquella otra GRMANA que manifestó haber quedado “cruixida” después de la anterior etapa, que se ve que progresa muy adecuadamente. También, por supuesto, justificaron su ausencia caminantes que se reponen para empresas posteriores. Desearles buenos arreglos y más ilusión.
Pronto dejamos el cemento para ascender y ver desde arriba lo que habitualmente vemos desde abajo. Una primavera tan lluviosa da muchas agradables sorpresas, algunas a nuestros pies, otras más arriba. El Parc de Collserola es ese pulmón que aún los humos, las diversas poluciones y las otras presiones no le afectan. Esta montaña está llena de sorpresas, tanto mirándola hacia arriba como, en las alturas, entornando la vista hacia la inmensidad del cemento. Muchas fuentes, aunque algunas sólo conservaban el nombre. Otras te regalaban el agua. Curiosos nombres como el de Font de la Mitja Costa.

Pronto, parada gastronómica

Bueno, no tan pronto aunque pocas veces antes de las 10 horas se agitan las interioridades y solicitan sólidos condumios. Antes hubo que ganárselos con más subidas, bajadas, ceder el paso a las bicicletas o al revés, ver a deportistas de todas las edades que se entretenían en ascensos y descensos a aquellas horas, que aparecían los mismos en puntos distintos, observar casas con la herrumbre del abandono, algunas cabañas despistadas con sospechosas señales del placer del momento, copas de árboles muy arriba y atalayas conocidas que delatan dónde estamos. El Tibidabo, el cementerio de Collserola o la torre de ídem identifican la zona. Y tanta masa arbórea contrasta con las vistas panorámicas que te permiten ver muchas comarcas con un simple giro del cuello. La vista cabalga de una a otra y la memoria( o lo que queda de ella) juega a ese entretenimiento de identificación de las poblaciones, a distinguir el velódromo de Horta, esa forma tan sospechosa de Jean Nouvel (la torre Agbar), rondas, barrios, el mar, la vida que discurre allá abajo mientras nosotros, aquí arriba, podemos disfrutar con el sonido de los pájaros, con el verde y con el sexto sentido para la captación de la siguiente bicicleta. Con tanta práctica, a comer se ha dicho.

La parada, ya

Como dijo el coordinador general de esta cofradía andarina, otro hito para la historia. Por primera vez GRMANIA es Okupa. El oasis no era un espejismo. En medio del bosque el grupo se detuvo ante unas sillas que pertenecían a Juaco. De plástico, bastante limpias, con mesas a su alrededor, vacías, allí estaban a disposición del grupo. Pertenecían al Asador Can Juaco, se cogieron prestadas para la ocasión y, al final, todo quedó casi mejor que estaba. Tanta inusual comodidad propició que la imaginación formara un paraíso deseado. Como Juaco aún no había abierto, se echaba en falta la cerveza y los cafés, como mínimo. Hubo que conformarse con conversaciones y con las botas. Hablar por hablar. De entra el repaso habitual a casi todos los temas habidos y por haber, mientras el mundo queda arreglado en cada etapa, las elucubraciones formularon una posible pregunta al futuro miembro de GRMANIA, casi ya con sus posaderas en sede parlamentaria o municipal: ¿Qué hay de lo nuestro? Allí se decía que un buen tema podría ser la demanda de un pequeño local para reuniones y eventos varios. Quienes aspiraban a tanto solicitaban que, caso de que lo nuestro algún día fuera real, lo primero en instalar sería un buen grifo con cerveza de barril y jarras del tipo hincha inglés. Debía de ser un espejismo de lo que en aquel momento no teníamos. La realidad es que seguiremos en sede virtual porque tal GRMANO nunca haría esto “por ética y por estética” (Diario de Terrassa dixit).Más bien nos haría “pedagogía de la convivencia” (sin cerveza). Y los okupas desokuparon el lugar, no sin antes dar cuenta de otro hecho para los anales.

El brillo del acero

El acero comienza a brillar. De hecho, ya se ha visto alguna cheira, albaceteña o pallaresa (navaja) pelando fruta. Quien la trae la usa, la guarda y no hace ostentación. No obstante, en esta etapa hubo acero que fue muy enseñado y presumido. Quien lo llevaba lo acariciaba, lo sacaba y certificaba que había sido importado de Argentina. Pero no sólo eso. Ocupaba el primer puesto de la marcha y, cuando veía que alguien quería pasarle, parecía como que daba a entender que buscaba muescas para la empuñadura. Aunque todo quedó en una figura retórica para gracejo general, como no podía ser menos. Y como de la Pampa se trata, nuestro hombre de teatros varios dejó sobre la mesa la voluntaria participación en banquetes carnívoros preparados por nativos. Y como de otras máquinas también se hablaba, nuestro coordinador general informó de que se dispone de unos instrumentos para “cazar al cazador”, o sea, walki talkies que detectan las transmisiones de los tiroteadores de animales y alguna vez también de excursionistas.

Ocupados en caminar

En caminar para establecer otro récord: llegar a las 13 horas al punto de destino. El dilema: o estar o marcharse el autobús, he ahí la cuestión. Y estuvimos con bastante puntualidad. Pero antes pasamos y vimos todo lo posible: la ermita de Sant Iscle de les Freixes, en una finca privada; muchos puntos altos o turons como el de Valdaura, el coll de Maltall o de la Margarola, y desniveles que parecía que sí existían. De los 40 metros de Montcada hasta el Coll de Vinyassa a 480 metros, subidas y bajadas que aumentaban los desniveles acumulados en una etapa por la que no se daba un duro (o algún céntimo de euro, ahora en estos “tiempos modernos”).
Un recorrido que también tocó poblaciones de postín, núcleos residenciales burgueses en Vallvidrera (230 metros) chalets, torres, urbanizaciones, quintas, paradas de ferrocarriles y aires de “rico en la naturaleza pero muy cerca de Barcelona”. Enfrente de la estación, la historia, una casa, un museo y una sede de un parque natural. Un monumento a Jacint Verdaguer en forma de libro con una peana que decía:

“La poesia és un aucell
que fa soviet volades a la terra”
(Jacint Verdaguer)

Y, enfrente, la casa-museo en donde murió el cura nacido en Folgueroles.
Y, cerca, muchos coches oficiales aparcados. Por supuesto, debían ser de funcionarios del Parc de Collserola. De quién, sino. ¿Qué si había subidas? Pues ahí va la del collet de Can Sauró, a 400m.. Más arriba, Turons de Can Pasqual, a 470. Y, más adelante, a las 13 horas, otro récord, el final en Santa Creu d’Olorda, a 380 metros.
Aquí, parada y no fonda. Un buen sitio muy ambientado por olores a la brasa, una ermita y, por allí debe andar la “Pedrera dels Ocells”, y paseantes que debían refocilarse con olores y sabores varios. Nosotros y nosotras, al autocar.
La jornada económica acabó aquí, con paisajes, deporte, lugares abarrotados, otros aún vacíos de edificios y disfrute en una hermosa etapa aquí al lado.

Como decía John Steinbech:

“La gente es también el lugar donde vive”

Terrassa, 9 de mayo de 2007
http://afondonatural.blogia.com

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