viernes, 2 de diciembre de 2005

GR-3, 13 de febrero de 2005: séptima etapa, de Manresa a Camps

Séptima etapa: de Manresa a Camps

Un recorrido “casi” llano, corto pero muy “estirado”


GRmanos y GRmanas,

¿Para qué sirve un sobre usado? Este objeto, de forma alargada y con una parte transparente, a pesar de su poco espacio útil, bien aprovechado se puede convertir en objeto de culto para los seguidores del reciclaje, incluso de ayuntamientos como el de Terrassa, gran amante de la separación de basuras por los vecinos y de subida de tasas para agradecerles su trabajo. Nuestro jefe se presentó a la puerta del autocar con un sobre timbrado por unas fincas llamadas “Lapiedra” y allí iban los nombres de tanta gente elegida para el microbús. ¿Mala intención, a quién quería “pasar por la piedra”? La lista por un lado, pero por el otro, anotaciones casi cifradas: giros de la etapa, coordenadas para el GPS, datos y más datos casi escritos en un lenguaje secreto. Con tanta preparación de la etapa la cosa prometía seguridad, rectitud y ausencia de pérdidas. El estudio previo era acertado pero los hechos posteriores, en una fase inicial, fueron por otros derroteros.

Excepto un reducido grupo de GRmanos y GRmanas, nadie más sabe cómo echó humo el correo eléctrónico a lo largo de la semana. El encaje de bolillos consistía en cómo meter 35 personas en un microbús de 30 plazas. La valija diplomática de GRMANIA en forma de mensajes no paró: listas de aviso para confirmar y asegurar plazas, posibilidad de un autocar más grande (descartada), quién ha asegurado su butaca, quién aún permanece en la indefinición, confirmaciones, ausencias. Los nervios, a flor de piel. Ya había previsto el plan B de los derechos adquiridos por la antigüedad para poner cierto orden con criterios iguales para todos: primero las personas más antiguas (propietarios definitivos), después interinos/as (siguientes reincorporaciones) y por último sustitutos/as (últimas personas llegadas al grupo). No se sabe cuándo se convocarán oposiciones para ganar la plaza, si es que quedan libres.

El jefe incluso presentó un sesudo estudio estadístico muy esperanzador para resolver el entuerto sin perder las amistades: nos movemos en “una masa” de 35 personas, con una incidencia de bajas del 17% por etapa. O sea, la solución está ahí, excepto que algún desaprensivo implore también a la ley de Murphi para casos sin legislar. Atrás queda aquella etapa en que, en la terraza de un bar de Sant Feliu de Codines, a la sombra de una jarra de cerveza y en torno a los embutidos de Manel, los catorce allí presentes veíamos un futuro difícil: ser o no ser, he ahí la cuestión que nos recordó Hamlet en aquella ocasión. Las 28 personas de hoy son el doble que aquéllas. Por algo será.

Recordar las bajas de históricos/as: hubo a quien la rodilla no le funcionaba bien y necesitaba una ITV y reposo; dos personas que se dejaron llevar por los placeres de la carne y dels calçots y se echaron en brazos de Don Carnal, sin hacer caso a Doña Cuaresma; alguien de celebración merecida; y quien por el estrés de su nueva situación prefiere no madrugar y así recuperarse.

Destacar una visita prometida desde hace tiempo y nunca cumplida hasta hoy. Hace tiempo que nuestro jefe le insistía a su director de trabajo y, a la vez, también director espiritual, Alfredo, para que viniera. Y en esta ocasión se presentó (en calidad de sustituto del sustituto) para levantar acta de la seriedad del grupo, organización, grado de orientación y aproximación correcta al objetivo final. Quiso Pepe demostrarle con hechos el funcionamiento de GRMANIA, pero los principios fueron otros. Desorden, empezar al revés, ir en dirección contraria, los mapas por los suelos. Alfredo hasta llegó a poner en duda la imagen corporativa que transmite nuestra web. Claro que después comprobó que botas había, bota también, y jarras de cerveza, que se lo pregunten a Cal Curro del Pont de Vilomara. Son los contrasentidos de la vida: traen a Madrid embajadores olímpicos a practicar la nueva modalidad local madrileña, el “salto de zanja”en cualquier calle; aquí cerca tenemos el juego del túnel con socavón exterior y, última hora, un edificio sometido a un tratamiento antiincendios en Madrid, no aguanta y va y se quema. Nosotros, rebelión a bordo pero todo por no hacer caso al jefe.

El inicio de la etapa, con nocturnidad y alevosía, siempre lo recordaremos por el detalle que Paco Troya tuvo con todos nosotros: el regalo de un buff a cada uno. Protección de gargantas, uniformidad de atuendos y agradecimiento del detalle. Claro que siempre está el que rompe el encanto del momento diciendo que hasta aquí hay que llegar debido a la crisis del textil, que si quieres promocionar tus productos y nos usas como “modelos” gratis, que si ya le pasarás la factura a Pepe, que si es otra manufactura china más. Habladurías que no romperán la sorpresa del sincero regalo de Paco.

Manresa nos recibió con la primera parada, en el Parc de l’Agulla. Arquitectura moderna al servicio del ocio aprovechando las canalizaciones de agua que ya había en la zona desde la época medieval, aumentadas con la industrialización. Este parque fue el primer encuentro con los GRmanos y Grmanas. Empezamos al revés, rodeados por patos, agua, indicadores de paseos y nosotros perdidos. Acudimos a un GPS autóctono, un abuelo, y tampoco atinó demasiado. Al final, antes de girar sobre nuestros pasos, en el Mas de Sant Iscle, ahí se produjo el conato subversivo. Alfredo, como GPS espiritual de Pepe, no se imaginaba tal afrenta que se le montó a su súbdito laboral. Y el caso es que hasta Jordi tuvo que reconocer en público que lo que más le fastidiaba era darle la razón a Pepe, pero esta vez lo tuvo que hacer. Eso le honra.

Volvimos al camino auténtico, con Montserrat al fondo y el Pirineo en lontananza pintadas sus cumbres de blanco. Los alrededores de Manresa nos descubrieron las viñas del vino Denominación de Origen del Bages, los canales, los lagos de recreo, tantos huertos para cada vez más jubilados y prejubilados y unos carteles que anunciaban un importante evento. Un toque de Grcultura o de pedantería de sabidillo, si me lo permitís: para quien no lo sepa, ¿qué querían decir anunciando la Festa de l’Aixada, principio de las posteriores Festes de la Llum? En 1683, el rey Carlos II otorgó a Manresa el privilegio de poder montar una feria y así nació la Fira de l’Aixada. Cada año la capital del Bages retrocede en el tiempo y aún lo hace más (hasta antes del siglo XIV) con las Festes de la Llum, celebraciones que conmemoran un hecho milagroso que tuvo lugar en la ciudad en el siglo XIV: la ciudad y el obispo de Vic tenían unas discusiones porque los del Bages querían construir una acequia y ésta tenía que pasar por tierras del obispado, cosa que el clero no quería (¡faltaría más!). Un 21 de febrero de 1345, un misterioso rayo de luz venido de Montserrat llegó hasta la iglesia del Carme de Manresa, cosa que provocó que el obispo cediera y se pudiera construir la acequia. ¿Sería una de las que cruzamos?

Dejamos atrás Manresa, cruzamos nuestro segundo Rubicón, el río Cardener (el primero, el Llobregat), entrada en Sant Joan de Vilatorrada y pérdida posterior. Distribución de husmeadores de señales blancas y rojas en la búsqueda del rumbo marcado por el GPS, camino correcto y continuamos por el camino “llano”. Tan llano que empezó a iniciar una “suave” subida. Tan suave que tuvimos que tensar los músculos para ganar el almuerzo. El punto final, a 494 metros, el Coll de Baix (¿en qué pensaría quien le puso este nombre después de tamaña subida?), nos ofreció un buen espectáculo visual. Enfrente, Montserrat, abajo a la derecha, el Eix Transversal, a nuestros pies Sant Joan de Vilatorrada, al fondo Manresa, a la izquierda la C16 y, encima de nuestras cabezas, un mástil con pedazos de una bandera estelada. En medio, devoradores de bocadillos, degustadores del vino de Carlos y probadores de otra especialidad de Tessa: caramelos de jengibre. Quizá los trajo para ver si nos hacía catar algo que no fueran derivados del chocolate.

El camino nos fue mostrando la belleza del Bages, con tierras sembradas, algunas masías, la Cataluña profunda al alcance de las emociones. Pequeños caminos, muchos mojones orgánicos en medio para el pisotón del despistado/a, temerarios seguidores de la estirpe de Charlton Heston con rifles que cazaban jabalíes pero que te podían levantar la tapa de los sesos en un descuido, una casa de indianos (La Massana), el llano en forma de pequeñas subidas y bajadas hasta llegar al complejo de Fals: de entrada un cobertizo con una gran barbacoa, torres, bajada a la riera, subida, la masía de Fals y el molí de Fals. Aquí había un gran aparcamiento, vacío de entrada pero lleno a la vuelta con el autocar. Claro, era un restaurante donde la gente disfrutaba a la sombra de los monumentos de Fals. Está claro que para contemplar el arte rural se ha de hacer con el apoyo de una buena manduca.

Antes de llegar a Camps, una placa en homenaje a una persona que allí derramó su sangre. ¡Qué gran monumento, qué mensaje tan profundo, qué pensamientos a la altura del polvo del camino y sin restaurante o letrero indicativo al lado ante frase tan lapidaria. Contrasentidos de la vida. La llegada a Camps, como su nombre indica, nos ofreció una buena vista del entorno agrícola, con alguna casa en venta, otras magníficas pero sin atisbos de bar. ¿Qué hacer? Pues encomendarnos a Cal Curro y volver a donde se nos trató como nos merecemos. Así le demostrábamos a Alfredo que nuestra imagen corporativa se consolidaba homenajeando a la jarra de cerveza. Y de jarras hubo para dar y tomar, se vaciaban al momento, aquello parecía un bar de Baviera, con continuos trasiegos de vasos e incesantes visitas a los lavabos para aliviar las vejigas. En el autocar se completaría la imitación alemana.

Mientras esto ocurría, pocos se daban cuenta cómo en un extremo de la mesa había dos personas que se afanaban en la revisión de nuestra protección en casos de accidente. La unidad móvil medicalizada, al mando de Fina y Rosa, comprobaban todos los detalles de la farmacia comunitaria. Eso se traduce en caminar y beber pero seguros. Mejor que no haya que usarla pero en buen estado y en buenas manos está.

De vuelta al autocar, los de Baviera entraron en acción. Como si fueran escolares díscolos, se colocaron en la última fila del autocar y demostraron los efectos de las jarras: chistes, procacidades, ironías, cruces de conversaciones y risas sin parar con los ojos acuosos. Quizá sea para verificar esa frase que hace poco dijo un importante publicitario de este país: “El talento fluye con la risa” Si es verdad, en GRMANIA hay mucho.

Menos mal que antes, también en el microbús, hubo un toque de seriedad y Ana enseñó sus creaciones textiles sin pasar por China. Se desconoce si en la próxima etapa vendrá cargada con un hatillo lleno de productos en venta para completar su economía, o hará como Paco Troya. O sea, una etapa con principio y final textil.

Por lo demás, recordar que el Departamento de Albergues - Paco García- sigue recogiendo la paga y señal para Àger (ya somos más de 25); que el 13 de marzo hay una cita con los Tres Monasterios y cuatro posibles finales que califican a los deseosos/as de andar: quienes tienen como objetivo volver a tomar el aperitivo en casa, los que pretenden volver a comer, quienes piensan merendar en su hogar y, por último, aquellos que con llegar a cenar se conforman; también el 26 y 27 de febrero Cal Jaume os espera y el 16 de abril Vallbona de les Monges.

Cierro esta epístola con sinceros deseos para que nuestro GRmano Antonio Gil haga el papel que se merece en la maratón de Valencia, el próximo domingo 20 de febrero.

Terrassa, 13 de febrero de 2005

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